La derrota del Barça ante Olympiacos (92-58) puede describirse con diversos adjetivos. Vergonzosa, decepcionante, desalentadora, humillante… En todas esas palabras encontraríamos frases que reflejan en cierta medida el desarrollo del partido en El Pireo.
Un partido que podía asegurar la clasificación del Barcelona a Berlín se convirtió en una pesadilla, un encuentro extenuante para unos jugadores azulgranas desanimados, derrotados, vencidos antes de tiempo. Las sensaciones fueron negativas y el resultado también lo fue evidente, de un juego del que no se puede rescatar nada positivo. Absolutamente nada. El Palau decidirá quién avanza a la Final Four, pero el Barça debe reajustar su mentalidad y su juego si quiere estar presente en esa fase crucial.
El inicio del Barça fue prometedor, especialmente en ataque. Optaron por evitar a Fall y apostar por tiros desde afuera, acertando 9 de los primeros diez intentos. Esta estadística les permitió liderar en el marcador (12-19) pero no lograron dejar tambaleando a Olympiacos. Principalmente porque no pudieron contener las penetraciones hacia la pintura. Fall los dominó en la zona interior con canastas demasiado sencillas.
No debería haber luchado ni buscado los espacios, pero sus compañeros se encargaron de pasarle el balón casi siempre con la ventaja ya ganada. Y encestó en el aro hasta en 6 ocasiones. Al final del primer cuarto, los blaugranas seguían liderando, defendiendo de manera fantástica a Canaan, aunque por poco (21-23).
Uno podría considerar incomprensible lo que ocurrió en el segundo cuarto (parcial de 32-14) y no estaría equivocado, pero la tarea de quien redacta una crónica es precisamente explicar lo que sucede. Aunque sea complicado, aunque tenga múltiples facetas. En primer lugar, el Barça sufrió un problema que arrastra durante toda la temporada: los tiros libres. Dejaron escapar 5 puntos seguidos que desencadenaron un parcial de 17-0. Luego, y más importante aún, las debilidades defensivas. El Olympiacos jugó a placer, anotando canastas demasiado fáciles que minaban la moral de unos y fortalecían la de otros. McKissic no paraba de anotar ante la pasividad de Jokubaitis y Kalinic. Y a medida que avanzaba el parcial crecían las dudas en el Barça: pérdidas de balón, robos, malos ataques… Claramente hubo también un momento de derrotismo, al sentirse superados sin capacidad para reaccionar y desanimarse.
Grimau intentó cambiar el ritmo del juego con Brizuela, pero fue Jabari Parker quien se rebeló contra la falta de energía de su equipo y logró detener la hemorragia (53-37).
También comenzó mal el tercer cuarto (8-0), sepultando cualquier posibilidad del Barça en el partido (61-37). A pesar de que el Olympiacos no brilló especialmente, estuvo mucho más impreciso que en la primera mitad y falló en los tiros. El partido entró en una fase de agonía demasiado pronto, a 15 minutos del final, con unos sabiendo que ya habían ganado y otros conscientes de que no podían remontar. Porque remontar 19 puntos en 13 minutos (61-42) es prácticamente posible, pero no con la energía mostrada hasta ahora y la actitud demasiado pesimista del Barça. Los titulares como Satoransky, Laprovittola, Kalinic o Vesely, quienes deberían liderar al equipo, brillaron por su ausencia. Por otro lado, los suplentes como Da Silva, Brizuela, Abrines o Willy hicieron lo que pudieron. Detener a Papanikolaou no estaba entre sus responsabilidades (72-47). El último cuarto fue un trámite donde Grimau decidió dar descanso a los jugadores con más minutos pensando ya en el quinto partido.