Unicaja rompe la mala racha con una victoria contundente ante el Joventut de Badalona (113-91). El equipo malagueño demostró un juego agresivo y dominante que dejó en evidencia a su rival, semifinalista en las tres competiciones el año pasado. El Unicaja sorprendió con su desempeño en la temporada 2022/23, mostrando un estilo de juego brillante y comprometido que cautivó a los aficionados al baloncesto en Málaga.
A pesar de tratarse solo de un partido, esta victoria envía un mensaje poderoso sobre el potencial del equipo. Aunque no se puede garantizar el mismo nivel de acierto en cada encuentro, queda claro que este Unicaja tiene lo necesario para alcanzar el éxito. Tras varias semanas de entrenamiento intenso y sin partidos entre semana, se ha notado una mejora significativa en la forma física y rendimiento de jugadores clave como Kalinoski o Alberto.
Esta actuación excepcional demuestra que el Unicaja es un equipo competitivo y con aspiraciones claras de seguir progresando. La victoria ante el Joventut no solo es un impulso anímico para los jugadores, sino también una señal para sus rivales: este equipo está listo para enfrentar nuevos desafíos y consolidarse como uno de los mejores en la liga.
Fue el equipo en conjunto y los jugadores individualmente. Un gran desempeño colectivo se combinó con actuaciones individuales destacadas. El Unicaja creó oportunidades mediante bloqueos en la mitad de la pista para que Perry pudiera superar a Tomic y Onuaku repetidamente. A partir de ahí, el base explosivo de Florida generó constantemente ventajas. En un partido con un marcador muy alto, el Unicaja dominaba en ambos lados de la cancha. Hubo muchas posesiones exitosas, pero también momentos complicados. Por ejemplo, fue alentador ver a Kravish anotar 6 puntos casi seguidos al inicio del partido. Es una pena que no pudo mantener esa racha debido a las faltas que cometió y le falta continuidad para encontrar su ritmo. El Unicaja siempre estuvo adelante (23-22 al final del primer cuarto), pero en el segundo cuarto fue un espectáculo de baloncesto. Alberto Díaz impuso un ritmo frenético en defensa e incluso nos regaló algunas asistencias brillantes. Al igual que Perry, con dos pases asombrosos. Ritmo, velocidad, piernas frescas para ganar los rebotes… Todo fluía hasta el descanso (57-46) después de anotar 35 puntos en el segundo cuarto, pero aún quedaba trabajo por hacer.
Y el Unicaja aseguró la victoria con un excelente tercer cuarto también (parcial de 29-18) siguiendo la misma estrategia. Carles Duran intentaba modificar las alineaciones, pero no lograba encontrar una solución y al final del tercer cuarto ya superaban los 20 puntos de ventaja. En resumen, el Unicaja se sentía cómodo en la cancha y transmitía esa confianza, algo que no se había visto en los 3 partidos anteriores llenos de incertidumbre. “Hemos perdido nuestra humildad”, expresaba Ibon. Es casi imposible repetir una temporada tan exitosa como la anterior y, si había un momento para enfrentar dificultades y recordar que esto no es un paraíso, era este inicio de temporada. Era un partido en el que una derrota podía tener consecuencias más graves, pero el Unicaja reaccionó con determinación y autoridad como un gran equipo que no duda, que incluso se motiva más en situaciones donde hay exigencia y necesidad.
Los más de 9.000 seguidores presentes en el Carpena pudieron disfrutar de un excelente encuentro. El último cuarto fue más bien simbólico, aunque Ibon mantuvo la intensidad. Fue una victoria necesaria, reconfortante y positiva para la moral del equipo, 40 minutos completos.
Se debe mantener la consistencia para volver al camino correcto, pero el Unicaja habló de manera clara y contundente ante un rival como la Penya. Este equipo demostró que no ha olvidado cómo jugar baloncesto de manera excepcional.